Sofocos en la Menopausia: El porqué de estos calores súbitos y cómo aliviarlos de forma natural
Más del 80 % de las mujeres experimentan sofocos durante la menopausia*.
Ocho de cada diez. Ahí es nada.
De hecho, los sofocos son uno de los síntomas más comunes de la menopausia en la mujer. A la que puede causar malestar considerable interrumpiendo incluso su vida cotidiana, especialmente cuando son graves y frecuentes.
Por eso creemos de verdad que este es un post de mucho valor, que puede ayudar a muchas mujeres.
El estrógeno reduce la gravedad de los sofocos menopáusicos y sigue siendo el tratamiento de primera línea. Sin embargo, son cada vez más las mujeres que buscan alternativas. En lugar de la terapia hormonal, recurren a vitaminas y otros productos de venta libre para intentar mitigarlos.
Comprobamos cuáles de esos productos funcionan según la ciencia, así como los hábitos a adoptar en el día a día para aliviar esta molesta sensación de calor y sudoración.
*Bansal, R., & Aggarwal, N. (2019). Menopausal hot flashes: a concise review. Journal of mid-life health, 10(1), 6-13. https://journals.lww.com/jomh/fulltext/2019/10010/Menopausal_Hot_Flashes__A_Concise_Review.3.aspx.
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La menopausia, un periodo natural de cambios
La menopausia es un episodio natural producto del envejecimiento biológico. El periodo en la vida de una mujer en el cual experimenta el cese permanente de la menstruación y que marca, por tanto, el final de sus años reproductivos.
La mayoría de las mujeres experimentan la menopausia entre los 45 y los 55 años, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Y no pasa desapercibida.
La perimenopausia (desde que se observan los primeros signos hasta un año después de la última menstruación) y la menopausia pueden afectar al bienestar físico, emocional y mental.
Estos son algunos de los síntomas asociados a la (peri)menopausia:
- Sofocos y sudores nocturnos, de los que hablamos en este artículo.
- Alteraciones en la regularidad y el flujo menstrual, que culminan con el cese de las menstruaciones.
- Atrofia y sequedad vaginal, dolor durante las relaciones sexuales (dispareunia) e incontinencia, o pérdida del control de la vejiga.
- Dificultad para dormir e insomnio.
- Cambios en el estado de ánimo, ansiedad y depresión.
- Dificultad para concentrarse.
- Menos cabello y más vello facial.
Sudoración y sofocos, ¿por qué me pasa?
Si estás leyendo esto, seguramente sepas ya muy bien de qué va un sofoco. Pero empecemos por definirlo.
Los calores súbitos, también conocidos como sofocos, son sensaciones transitorias de calor, a menudo acompañadas de transpiración (sudoración), rubor o enrojecimiento de la piel, palpitaciones y escalofríos.
El sofoco típico en la menopausia comienza como una sensación repentina de calor intenso en la cara, el cuello y la parte superior del pecho, que rápidamente se propaga a todo el cuerpo.
Esta sensación aguda de malestar físico dura por lo general de 1 a 5 minutos.
Esta respuesta vasodilatadora es la que produce sudor abundante y sensación de calor intenso. Por su parte, los escalofríos que acompañan a los sofocos son una respuesta compensatoria del cuerpo para tratar de normalizar la temperatura.
Pero ¿por qué suceden?
Se ha relacionado con el aumento de sufrir sofocos en la menopausia (estudio 1 y 2):
- la deficiencia de estrógenos, que desempeña un rol fundamental;
- la obesidad;
- el sedentarismo, y
- el tabaco.
Además, investigaciones recientes apuntan a un papel importante de los factores genéticos (ref.).
Tipos de sofocos menopáusicos
Pese a ser tan comunes, solo unas pocas mujeres buscan tratamiento para los sofocos en la menopausia. Incluso a pesar de tener síntomas angustiantes.
De acuerdo con los estudios, tan solo una de cada cuatro mujeres con sofocos menopáusicos busca consejo médico (1, 2).
¿Por qué?
A menudo se ignoran debido a su naturaleza relativamente «benigna». Pero lo cierto es que los sofocos pueden llegar a ser un problema grave.
Los sofocos menopáusicos se clasifican en función de su gravedad, en:
- Sofocos leves: aquellos que no interfieren con la rutina habitual
- Sofocos moderados: que interfieren en parte con las actividades de la vida diaria.
- Sofocos graves: cuando impiden realizar las actividades cotidianas y tienen un impacto negativo en la calidad de vida.
Respecto a su frecuencia, los sofocos varían desde ataques ocasionales en el transcurso de una semana hasta una o un par de veces cada hora.
Tratamiento de los sofocos en la menopausia
La base del tratamiento, o terapia de primera línea para tratar los sofocos de moderados a severos, es la terapia de reemplazo hormonal (TRH), ya sea con estrógeno solo (en mujeres sin útero, después de la histerectomía) o con estrógeno y progestina (en mujeres con útero, para prevenir la hiperplasia (ver)).
La TRH ha mostrado beneficios tanto en los sofocos como en otros signos de la menopausia, como la atrofia vaginal, las relaciones sexuales dolorosas, los dolores en las articulaciones, cambios de humor y alteraciones del sueño.
Para las mujeres con contraindicaciones o que no toleran la terapia hormonal, se utilizan medicamentos no hormonales.
Las opciones de tratamiento no hormonal incluyen los llamados inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS; como la paroxetina y el escitalopram) y los inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (ISRN; venlafaxina y desvenlafaxina, por ejemplo).
ISRS e ISRN son los fármacos más eficaces para los sofocos menopáusicos después de la terapia hormonal.
Para las mujeres con sofocos nocturnos, la gabapentina aporta un beneficio adicional en mantener el ciclo del sueño.
No obstante, para la mayoría de las mujeres, con sofocos de gravedad leve, puede ser suficiente con modificar ciertos aspectos de su estilo de vida.
En el apartado que sigue te explicamos cuáles son.
¿Qué hacer? Consejos en el día a día para controlar los sofocos
Antes de plantearte tomar un medicamento, trata primero de hacer algunos cambios en tu estilo de vida diario. Los médicos suelen recomendar probar cambios como los siguientes durante varios meses antes de comenzar a tomar cualquier fármaco.
Los dividimos en tres ámbitos de actuación: dieta, hábitos y ayudas naturales externas.
La alimentación
Para mantener los sofocos bajo control, evita en primer lugar desencadenantes o agravantes como el alcohol, las comidas picantes y las especias. Ojo también con la cafeína, que puede asimismo empeorar los síntomas menopáusicos.
Otra opción que ha demostrado ser útil es perder peso. Las mujeres con sobrepeso u obesidad pueden padecer calores súbitos más frecuentes y severos. Trata de mantener un peso saludable.
La vitamina E en dosis bajas ha mostrado cierta eficacia. En el presente ensayo, una cápsula blanda al día (400 UI) de esta vitamina durante un mes disminuyó la gravedad y la frecuencia diaria de los sofocos en la menopausia.
Cuentan con menos evidencia científica las terapias basadas en plantas, ciertas hierbas medicinales, el aceite de onagra, la linaza, el ginseng, el ñame silvestre o el cohosh negro.
Estilo de vida
En cuanto a los hábitos, puede ayudar —tanto para los sofocos como para tu salud global— la actividad física, y más concretamente las prácticas de mente-cuerpo y las técnicas para autocalmarse. La investigación científica en etapas tempranas ha comprobado que la meditación o el yoga podrían mejorar los síntomas menopáusicos.
Trata de reducir la temperatura ambiente y utiliza ventiladores (incluido un ventilador portátil) en caso necesario. Si los calores súbitos te mantienen despierta por la noche, mantén tu dormitorio fresquito y bebe pequeñas cantidades de agua fría antes de acostarte.
Otras terapias convencionales con menor evidencia en cuanto a eficacia son la terapia cognitivo-conductual (TCC), las cremas de progesterona (hormona), la reflexología (masajes en los que se aplica presión en puntos específicos de pies o manos que, se cree, están relacionados con ciertas partes del cuerpo, proporcionando relajación y alivio) o los dispositivos magnéticos de venta libre.
La acupuntura se ha empleado para tratar los sofocos menopáusicos desde hace bastante tiempo.
Un ensayo clínico en 70 mujeres danesas mostró mejoras significativas no solo en los sofocos, también en los sudores diurnos y nocturnos, los problemas para dormir o los síntomas emocionales, cutáneos y capilares. Sin embargo, los investigadores señalan que son necesarios más estudios con tamaños de muestra más grandes para demostrar su utilidad en los signos de la menopausia.
La ropa
En relación a «qué ponerte», es importante el uso de ropa resistente al calor y el sudor. Utiliza prendas de tejidos naturales que permitan que tu piel transpire, como el algodón o el lino.
Asimismo, vístase usando prendas en capas —como una «cebolla»— que puedas quitarte cuando empieces a notar los calores súbitos.
Por último, te ayudará a sentirte más segura usar un buen desodorante. Un desodorante natural que evite —y no solo enmascare— el mal olor, como te contamos en este otro artículo del blog.
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Conclusión…
Los sofocos son un síntoma común en la menopausia. Estos calores súbitos son incómodos y pueden perdurar muchos años.
Si bien existen diversos tipos de intervenciones hormonales y no hormonales que pueden ayudar a aliviarlos, prueba primero a hacer modificaciones como las anteriores en tus rutinas. Cambios sencillos que han demostrado mejorar la calidad de vida de las mujeres con menopausia que los padecen.
Por Elisabeth Lahoz
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