Cómo mejorar tu piel si tienes acné, eccema, psoriasis, rosácea, vitíligo o dermatitis seborreica
Muchas personas piensan que la piel es solo una capa superficial con una función estética, pero en realidad es uno de los órganos más complejos del cuerpo. Su estado no solo refleja nuestra salud externa, sino también procesos internos como el equilibrio hormonal, el sistema inmunitario, la salud intestinal y el nivel de inflamación crónica.
En este artículo vamos a explicarte de forma clara y basada en evidencia científica qué factores intervienen en los principales problemas cutáneos y qué acciones puedes tomar para mejorar de forma real, más allá de los tratamientos superficiales.
Analizaremos el origen y tratamiento de las siguientes afecciones:
- Acné
- Psoriasis
- Eccema o dermatitis atópica
- Rosácea
- Vitíligo
- Dermatitis seborreica
Este artículo no sustituye el diagnóstico ni tratamiento médico. Nuestro objetivo es ayudarte a entender mejor tu piel para que puedas tomar decisiones más informadas y coherentes con tu salud.
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La piel: un órgano complejo que merece ser entendido
Antes de abordar cualquier problema cutáneo, es importante comprender cómo está formada la piel y qué funciones cumple cada una de sus capas. Esta comprensión básica te ayudará a entender por qué ciertos tratamientos funcionan y otros no, y por qué es esencial ir más allá de las soluciones superficiales.
La piel está formada por tres capas principales:

Epidermis
Es la capa más externa, encargada de protegernos del entorno. Está formada principalmente por queratinocitos, que producen queratina y forman la barrera cutánea. También contiene melanocitos (producen melanina), células inmunitarias (Langerhans) y células sensoriales (Merkel).
La epidermis no tiene vasos sanguíneos y se regenera constantemente. Su capa más superficial, el estrato córneo, actúa como barrera frente a agresiones externas gracias a su estructura rica en lípidos y células muertas compactadas.
Dermis
Es la capa intermedia, con tejido conectivo rico en colágeno y elastina. Aporta estructura, elasticidad y nutrición a la piel. Contiene vasos sanguíneos, terminaciones nerviosas, glándulas sebáceas y sudoríparas, y folículos pilosos. Aquí se produce la mayoría de las respuestas inmunitarias e inflamatorias de la piel, y es clave en la reparación de heridas y la regeneración cutánea.
Hipodermis (o tejido subcutáneo)
Es la capa más profunda, compuesta principalmente por grasa. Actúa como reserva energética, aislante térmico y protección mecánica. También contiene vasos sanguíneos y células inmunitarias.
Además, en la piel vive un ecosistema de microorganismos conocido como microbioma cutáneo, que cumple funciones esenciales: protege frente a patógenos, modula la respuesta inmunitaria y favorece la regeneración. Cuando este equilibrio se rompe, pueden aparecer o empeorar muchas afecciones cutáneas.

¿Por qué es importante conocer la estructura de la piel?
Comprender cómo funciona cada capa de la piel no es un detalle menor: es clave para entender dónde se origina cada problema cutáneo y, por tanto, qué abordajes son realmente eficaces.
Por ejemplo:
- El acné tiene su origen principalmente en la dermis, donde se encuentran las glándulas sebáceas y los folículos pilosos.
- La psoriasis y el eccema son trastornos que afectan sobre todo a la epidermis, donde se producen alteraciones en la renovación celular y en la función barrera.
- La rosácea implica un mal funcionamiento de los vasos sanguíneos en la dermis y una respuesta inmunitaria alterada.
- El vitíligo se relaciona con la pérdida de melanocitos, ubicados en la capa más profunda de la epidermis.
- La dermatitis seborreica involucra desequilibrios en la producción de sebo, hongos del microbioma y una inflamación que puede afectar tanto la epidermis como la dermis.
Saber esto nos permite ir más allá de los síntomas visibles y buscar soluciones que actúan desde la raíz, como la regulación hormonal, el control de la inflamación, el cuidado del microbioma, la nutrición o el equilibrio inmunológico.
Acné: causas profundas y estrategias para mejorar la piel
El acné no es solo un problema estético. Es un reflejo de desequilibrios internos que afectan directamente a la piel, en especial a las glándulas sebáceas situadas en la dermis. Comprender sus causas es el primer paso para abordarlo de forma eficaz y duradera.
Causas principales del acné:
- Exceso de sebo: Las glándulas sebáceas, estimuladas principalmente por hormonas como los andrógenos o el IGF-1, producen más grasa de la que la piel puede manejar.
- Queratinización anormal: Las células de la epidermis se renuevan en exceso, obstruyendo los poros y formando comedones.
- Proliferación bacteriana: La bacteria Cutibacterium acnes prolifera en los folículos obstruidos, liberando sustancias proinflamatorias.
- Inflamación: Se activan citoquinas como IL-1 o TNF-α, que causan enrojecimiento, hinchazón y aparición de pústulas.
Qué puedes hacer para mejorar tu acné:
- Analítica hormonal completa. Evalúa niveles de andrógenos, cortisol, DHEA, IGF-1 y estrógenos. Esto te dará una guía clara sobre los posibles desequilibrios hormonales implicados.
- Adapta tu alimentación según tus análisis. Si el IGF-1 está elevado, por ejemplo, reducir los lácteos y los alimentos de alto índice glucémico suele ser clave.
- Evita alimentos que agravan la inflamación o el estado del intestino. Limita los ultraprocesados, alimentos con alto contenido en histamina y productos como el trigo que pueden alterar la microbiota intestinal.
- Considera el intestino como parte del problema. Pruebas como el test del aliento para detectar sobrecrecimiento bacteriano, H. pylori, o un análisis de heces para candidiasis pueden revelar causas ocultas.
- Cuida tu higiene sin agredir la piel. Usa productos no comedogénicos, sin aceites añadidos. Lava tu cara tras sudar y considera usar un filtro de ducha para reducir la exposición a químicos.
- Apuesta por activos naturales y nutrientes clave. Vitamina C, E, B5, selenio y zinc ayudan a modular la inflamación y a reparar la piel. El jabón de azufre puede ayudar en la fase activa.
- Apoyo complementario. El uso de sauna (seguido siempre de una ducha inmediata), la exposición al sol moderada y la mejora del descanso pueden marcar la diferencia.
- Prioriza según la causa dominante. Si tienes tanto un problema hormonal como digestivo, enfócate primero en el más comprometido y apoya el otro con herramientas seguras.

Psoriasis: un trastorno autoinmune que afecta la regeneración de la piel
La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica de base autoinmune. Su origen no está en la superficie, sino en un desajuste profundo del sistema inmunitario que altera el ciclo de regeneración de la epidermis. Por eso, los tratamientos más efectivos no son solo tópicos, sino aquellos que regulan la respuesta inmunitaria y reducen la inflamación sistémica.
Causas principales de la psoriasis:
- Disregulación inmunitaria. Un exceso de actividad de los linfocitos T (sobre todo Th1 y Th17) genera citoquinas como IL-17, IL-23 y TNF-α. Estas sustancias aceleran la producción de queratinocitos en la epidermis, acortando su ciclo natural de renovación de 28 días a solo 3–5 días.
- Hiperproliferación epidérmica. Las células de la epidermis no maduran correctamente, se acumulan en la superficie con el núcleo intacto (parakeratosis) y forman las típicas placas engrosadas.
- Angiogénesis descontrolada. Se forman nuevos vasos sanguíneos de forma excesiva en la dermis, favoreciendo la inflamación local.
- Factores genéticos. Hasta un 50 % de los pacientes presentan mutaciones en genes como PSORS1, especialmente el alelo HLA-Cw6, que altera la señalización inmune.
Estrategias clave para mejorar la psoriasis:
- Estabiliza los mastocitos si hay síntomas de intolerancia a la histamina. El picor, las rojeces o las reacciones cutáneas rápidas pueden indicar una activación de los mastocitos.
- Reduce los factores que activan el eje hipotálamo–hipófisis–adrenal. El estrés, el alcohol, la cafeína y la falta de sueño agravan la inflamación. Prioriza el descanso, la relajación y una rutina más estable.
- Asegura los nutrientes clave. Las deficiencias de vitamina B5, C, B6, zinc, selenio y magnesio son frecuentes en personas con psoriasis y pueden agravar la inflamación cutánea.
- Evalúa los niveles de vitamina D. Entre un 50 % y un 80 % de los pacientes tienen niveles insuficientes. La vitamina D es esencial para regular la respuesta inmunitaria y el crecimiento de los queratinocitos.
- Investiga posibles tóxicos ambientales. La exposición a mohos, micotoxinas o metales pesados puede estar contribuyendo al desajuste inmune.
- Evita el tabaco y el consumo de nicotina. Ambos aumentan el estrés oxidativo y la producción de VEGF, una citoquina implicada en la angiogénesis.
- Controla el sobrepeso si lo hay. El tejido adiposo en exceso actúa como un órgano endocrino inflamatorio, liberando IL-6 y TNF-α que agravan la activación de las células T.
- Evita alérgenos alimentarios no diagnosticados. Intolerancias alimentarias no detectadas pueden mantener una inflamación intestinal crónica que se refleja en la piel.
- Busca la exposición solar adecuada. La luz solar, especialmente la radiación UVB, estimula la producción de vitamina D y regula la proliferación de queratinocitos.
- Cuida tu intestino y prioriza el sueño reparador. La disbiosis intestinal y la privación de sueño son dos de los factores que más rápidamente alteran la regulación inmunológica.
Eccema (Dermatitis Atópica): restaurar la barrera cutánea y regular la inflamación
La dermatitis atópica, comúnmente conocida como eccema, es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que combina una disfunción de la barrera cutánea, alteraciones inmunológicas y desequilibrios microbianos. Se presenta en brotes, con picor intenso, enrojecimiento y sequedad, y puede afectar tanto a adultos como a niños.
Causas principales del eccema:
- Déficit en la proteína filagrina. Muchas personas con eccema tienen mutaciones en el gen FLG, que codifica la filagrina, una proteína clave en la formación del estrato córneo. Su ausencia disminuye la producción de factores hidratantes naturales y lípidos como las ceramidas, debilitando la barrera protectora de la piel.
- Respuesta inmune desequilibrada (perfil Th2 dominante). Se produce una activación exagerada del sistema inmunitario, con liberación de citoquinas como IL-4, IL-13 e IL-31, responsables del picor y la inflamación.
- Desequilibrio en el microbioma cutáneo. Una piel con eccema presenta menos péptidos antimicrobianos como la catelicidina, lo que favorece el sobrecrecimiento de bacterias como Staphylococcus aureus, agravando los síntomas.
- Acumulación de toxinas y disfunción hepática. Algunos pacientes muestran indicios de sobrecarga hepática, dificultad en la eliminación de compuestos inflamatorios o sensibilidades alimentarias que activan el sistema inmunitario.
Recomendaciones clave para mejorar el eccema:
- Estabiliza los mastocitos si sospechas sensibilidad a la histamina. El eccema puede estar relacionado con una respuesta exagerada a alérgenos ambientales o alimentarios, lo cual se refleja en la piel.
- Asegura la presencia de nutrientes antiinflamatorios y reparadores. Vitaminas B5, B6, C, E, zinc, magnesio y selenio son fundamentales para la regeneración cutánea y la regulación inmunitaria.
- Evalúa tus niveles de vitamina D. Al igual que en la psoriasis, hasta un 80 % de las personas con eccema tienen niveles bajos. La vitamina D participa en la producción de péptidos antimicrobianos y en la modulación de la inmunidad.
- Analiza la exposición a mohos y metales pesados. Tóxicos ambientales pueden sobrecargar el sistema inmunitario y alterar la barrera cutánea. En algunos casos, detectarlos y eliminarlos mejora notablemente los brotes.
- Evita tabaco y nicotina. Favorecen el estrés oxidativo, agravan la inflamación y afectan negativamente a la integridad de la piel.
- Mantén un peso saludable. El exceso de grasa corporal promueve un estado inflamatorio sistémico, elevando citoquinas como IL-6 y TNF-α.
- Detecta y elimina posibles alérgenos alimentarios. Leche, trigo, huevo o frutos secos pueden ser desencadenantes en personas sensibles. Un protocolo de eliminación bien dirigido puede ayudarte a identificar culpables.
- Busca la exposición al sol cuando sea posible. La luz solar contribuye a la producción natural de vitamina D y mejora la función barrera de la piel.
- Mejora tu salud intestinal y tu descanso. La microbiota intestinal y el sueño reparador tienen una relación directa con el equilibrio del sistema inmunitario.
- Apoya el sistema inmunitario con fitonutrientes antiinflamatorios. Sustancias naturales como luteolina, quercetina, fisetina, EGCG o apigenina pueden inhibir de forma natural las citoquinas IL-4 e IL-13. No es necesario usar todas: elegir una puede ser suficiente como apoyo.
Rosácea: inflamación vascular, microbiota alterada y sensibilidad cutánea
La rosácea es una afección inflamatoria crónica que afecta principalmente el rostro. Se caracteriza por enrojecimiento persistente, capilares dilatados, sensibilidad extrema, brotes de granitos y, en algunos casos, engrosamiento de la piel. Aunque sus síntomas aparecen en la superficie, su origen está en procesos más profundos, como la disfunción vascular, la respuesta inmune alterada y la disbiosis cutánea e intestinal.
Causas principales de la rosácea:
- Disfunción vascular. Los vasos sanguíneos de la dermis presentan una tendencia excesiva a dilatarse, lo que provoca enrojecimiento crónico y sensación de calor o ardor en la piel.
- Activación inmunitaria anómala. El sistema inmune innato está sobreactivado, en especial a través del receptor TLR2, lo que desencadena inflamación incluso ante estímulos leves como el sol, el calor o ciertos microorganismos.
- Proliferación de ácaros Demodex. Las personas con rosácea suelen presentar una mayor cantidad de estos ácaros microscópicos, que estimulan TLR2 y agravan la inflamación.
- Disfunción de la barrera cutánea. La capa más superficial de la epidermis (estrato córneo) se debilita, permitiendo la pérdida de agua y facilitando la entrada de irritantes.
Recomendaciones clave para mejorar la rosácea:
- Tratamiento tópico específico. El uso de ivermectina en crema ha demostrado reducir la carga de ácaros Demodex y mejorar el enrojecimiento y los brotes.
- Estabilización de mastocitos. Si hay síntomas compatibles con intolerancia a la histamina (rubor súbito, picor, congestión nasal tras ciertas comidas), trabajar en la modulación de mastocitos puede reducir brotes.
- Evita el tabaco y la nicotina. Ambos aumentan el estrés oxidativo y la liberación de VEGF, una proteína que promueve la formación de nuevos vasos y agrava el enrojecimiento.
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Evalúa la salud digestiva. La rosácea se asocia con alteraciones intestinales como Helicobacter pylori, sobrecrecimiento bacteriano (SIBO), disbiosis o candidiasis. Las pruebas más útiles son:
- Test de aliento para H. pylori
- Test de aliento para SIBO si hay síntomas digestivos (hinchazón, gases, diarrea o estreñimiento)
- Análisis de heces para candidiasis intestinal
- Mejora el perfil de ácidos grasos en tu dieta. Mantener un equilibrio 1:2 entre omega-3 y omega-6 es clave para modular la inflamación. Los omega-3 (EPA y DHA) ayudan a reducir la reactividad vascular y cutánea.
- Asegura micronutrientes esenciales para la piel. Zinc, selenio y vitamina E han demostrado mejorar la función barrera y reducir la gravedad de la rosácea. En estudios, el zinc por sí solo ha mejorado los síntomas entre un 30 % y un 50 % en solo ocho semanas.
Vitíligo: una condición autoinmune marcada por el estrés oxidativo
El vitíligo es una enfermedad cutánea caracterizada por la pérdida progresiva de melanocitos, las células responsables de la pigmentación de la piel. Esto da lugar a manchas blancas de tamaño y forma variable, que pueden afectar cualquier parte del cuerpo.
Aunque no produce síntomas físicos dolorosos, tiene un fuerte impacto emocional y estético. Su origen es complejo y multifactorial, combinando alteraciones inmunológicas, estrés oxidativo y predisposición genética.
Causas principales del vitíligo:
- Autoinmunidad. El sistema inmunitario ataca por error a los melanocitos en la capa basal de la epidermis, activando citoquinas como IFN-γ y TNF-α que inducen su apoptosis.
- Estrés oxidativo. Las células pigmentarias afectadas tienen una menor capacidad antioxidante (por ejemplo, déficit de catalasa), lo que las hace más vulnerables al daño por radicales libres.
- Factores genéticos. Variaciones en genes como NLRP1, TYR o PTPN22 aumentan la susceptibilidad al ataque inmune o a la disfunción de los melanocitos.
Estrategias clave para mejorar o ralentizar el vitíligo:
- Evita alteraciones del ritmo circadiano. El sueño irregular o el trabajo nocturno pueden alterar la producción hormonal (como la MSH o la melatonina), afectando la regeneración y protección de los melanocitos.
- Gestiona el estrés de forma activa. El estrés crónico puede reducir la producción de MSH (hormona estimulante de melanocitos) hasta en un 25 % en modelos animales. Técnicas de relajación, mindfulness o apoyo emocional pueden marcar una diferencia real.
- Estimula la vía POMC de forma natural. Exponerse al frío de forma progresiva puede aumentar la expresión de POMC (proopiomelanocortina), precursora de hormonas como la MSH, clave en la pigmentación.
- Asegura nutrientes esenciales para la síntesis de melanina. La tirosina (precursora directa de la melanina), junto con vitamina C, zinc y cobre, son imprescindibles para el buen funcionamiento de los melanocitos.
- Considera el uso de inhibidores naturales de JAK. Sustancias como la curcumina, el resveratrol, la quercetina, el jengibre o el EGCG (té verde) pueden modular de forma natural la vía JAK-STAT, que está implicada en la destrucción autoinmune de los melanocitos. Aunque no sustituyen los tratamientos médicos, pueden ser un apoyo útil.
Dermatitis seborreica: equilibrio entre sebo, microbiota y sistema inmune
La dermatitis seborreica es una afección inflamatoria de la piel que suele aparecer en zonas ricas en glándulas sebáceas: cuero cabelludo, cejas, pliegues nasales, orejas y parte superior del tórax. Se manifiesta con enrojecimiento, descamación (caspa o piel seca) y picor. Aunque sus síntomas son visibles en la superficie, el problema de fondo suele estar en un desequilibrio de la microbiota cutánea, una producción excesiva de sebo y una respuesta inmunitaria alterada.
Causas principales de la dermatitis seborreica:
- Sobreproducción de sebo. Las glándulas sebáceas aumentan su actividad, creando un entorno graso que favorece el crecimiento microbiano.
- Proliferación fúngica (Malassezia spp.). Este hongo, presente de forma natural en la piel, puede crecer en exceso ante el desequilibrio lipídico y liberar metabolitos irritantes que desencadenan inflamación.
- Disfunción inmunitaria. La respuesta innata del sistema inmune se activa frente a los subproductos de Malassezia, liberando citoquinas como IL-1 e IL-8 que atraen células inflamatorias.
- Debilitamiento de la barrera cutánea. La inflamación deteriora los lípidos del estrato córneo, aumentando la pérdida de agua y la entrada de irritantes.
Recomendaciones clave para controlar la dermatitis seborreica:
- Evalúa tu perfil hormonal. Un exceso de andrógenos, cortisol o IGF-1 puede aumentar la producción de sebo. Un análisis hormonal te dará claridad sobre posibles desequilibrios.
- Usa tratamientos tópicos antifúngicos cíclicos. El champú con ketoconazol es una herramienta efectiva, pero debe alternarse (por ejemplo, cada dos semanas) con otros activos como el zinc piritiona para evitar resistencia.
- Asegura una buena base de micronutrientes. Zinc, selenio, vitamina E y vitaminas del grupo B (especialmente B1 y B5) ayudan a modular la producción sebácea, a reducir la inflamación y a regenerar la piel.
- Expón tu piel al sol de forma controlada. La luz solar tiene un efecto antifúngico natural, mejora la producción de vitamina D y contribuye al equilibrio del microbioma cutáneo.
- Evalúa la salud intestinal si hay signos digestivos. Pruebas como el test de aliento para H. pylori o SIBO, o el análisis de heces para detectar candidiasis o disbiosis, pueden revelar alteraciones que influyen directamente en la piel.
Conclusión: la piel es el reflejo de un equilibrio más profundo
Los problemas cutáneos no aparecen por casualidad ni se resuelven únicamente con productos tópicos. El acné, la psoriasis, el eccema, la rosácea, el vitíligo o la dermatitis seborreica comparten un mismo patrón de fondo: inflamación crónica, desequilibrios hormonales, disbiosis intestinal, estrés oxidativo y una barrera cutánea comprometida.
Cada una de estas condiciones puede tener causas distintas, pero todas requieren un enfoque que no se limite a ocultar los síntomas, sino que busque reparar los sistemas internos que afectan a la piel.
Recomendaciones generales para mejorar la salud de tu piel desde dentro
- Escucha lo que tu piel te está diciendo. Irritación, sequedad, inflamación o pérdida de color no son solo síntomas: son señales de alerta del cuerpo sobre desequilibrios internos.
- Evalúa tu estado hormonal, intestinal e inmunológico. Un análisis bien orientado puede darte respuestas valiosas sobre el origen de tus síntomas cutáneos.
- Asegura una base sólida de micronutrientes. Vitaminas como la C, D, E, B5, B6, junto con zinc, selenio, cobre y magnesio, son esenciales para la reparación, la inmunorregulación y el control de la inflamación.
- Regula el estrés y mejora tu descanso. El estrés crónico y el mal dormir alteran el eje neuroendocrino, debilitan la función barrera y agravan cualquier problema cutáneo.
- Cuida tu microbiota (intestinal y cutánea). La piel y el intestino están íntimamente conectados. Una alimentación antiinflamatoria, rica en fibra y baja en ultraprocesados, es un punto de partida clave.
- Elige productos tópicos que respeten tu piel. Evita cosméticos irritantes o comedogénicos. Prioriza fórmulas naturales, sin tóxicos y con activos regeneradores, calmantes o antimicrobianos naturales.
En SIIL creemos que la piel no se trata, se entiende. Por eso desarrollamos productos que actúan en profundidad, apoyando los procesos naturales de tu cuerpo con fórmulas limpias, efectivas y respaldadas por la ciencia.
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Listado de enlaces:
Post elaborado tomando como base el post en twitter de George Ferman que puedes leer integro en inglés aquí: https://x.com/helios_movement/status/1941799246983790943?s=48&t=u4Z8OS-JJwwWHifk4ztb-A
Aquí tienes los estudios y enlaces que respaldan cada punto mencionado en el artículo:
Psoriasis y deficiencia de vitamina D
- "Vitamin D and its role in psoriasis: An overview…" (PMCID: PMC5486909) (pmc.ncbi.nlm.nih.gov)
- "Association between Vitamin D deficiency and psoriasis" (PMCID: PMC5870311) (pmc.ncbi.nlm.nih.gov)
- “Vitamin D status in Psoriasis: impact and clinical correlations” (BMC Nutrition) (bmcnutr.biomedcentral.com)
- “Psoriasis and Vitamin D: A Systematic Review and Meta‑Analysis” (MDPI Nutrients) (mdpi.com)
Rosácea y zinc oral
- Ensayo doble‑cego: “Oral zinc sulfate in the treatment of rosacea” (PubMed PMID: 16863527) (pubmed.ncbi.nlm.nih.gov)
- Ensayo más reciente: “Trace element zinc and skin disorders” (Frontiers in Medicine) (frontiersin.org)
Acné, consumo de lácteos e IGF‑1
- Meta‑análisis: “Dairy Intake and Acne Vulgaris” (PMCID: PMC6115795) (pmc.ncbi.nlm.nih.gov)
- Revisión: “Diet and acne: A systematic review” (JAAD International) (jaadinternational.org)
- Estudio: “Milk consumption raises IGF‑1…” (PubMed PMID: 19243483) (pubmed.ncbi.nlm.nih.gov)
- Revisión: “Impact of Diet and Nutrition in Patients with Acne Vulgaris” (MDPI) (mdpi.com)
Dermatitis atópica (eccema) y mutaciones en filagrina (FLG)
- Revisión: “Filaggrin gene mutations with special reference to atopic dermatitis” (PMCID: PMC7880084) (pmc.ncbi.nlm.nih.gov)
- Estudio en PLOS Genetics: “Maternal filaggrin mutations increase the risk…” (journals.plos.org)
- Artículo JCI Insight: “Filaggrin loss‑of‑function variants are associated…” (insight.jci.org)
- Estudio de asociación: “Intragenic Copy Number Variation within Filaggrin…” (sciencedirect.com)